Sunday, November 1, 2009

¡UNA PAGINA ARDIENTE Y DOLIENTE DE NUESTRA MEJOR HISTORIA!


CUANDO LOS TRABAJADORES ELECTRICOS ELECTRIZARON LA HABANA


Por Luis Conte Agüero.


‘Libertad Sindical. Cuba Si, Rusia No". La consigna de los trabajadores de plantas eléctricas, gas y agua se hace trueno en diez mil gargantas; raro rugido repetido en compás, denuncia sostenidamente rítmica. Es el 9 de diciembre de 1960. La Habana, ciudad linda de América, radiante en su personalidad humana y urbana donde vibra y canta la sonrisa de sus edificios y sus hijos, muestra esta vez características distintas. La alegría no cubre esta vez el rostro de los trabajadores de plantas eléctricas satisfechos por el alto nivel de sus reivindicaciones, la solidez y confort de sus empleos y, especialmente, la vitalidad democrática de sus demandas y campañas. El polémico clima ha llegado al clímax. Y he ahí a estos obreros cubanos que llegados al Paseo del Prado marchan hacia el Palacio Presidencial. Los curiosos se juntan para observarlos y saber de qué se trata. Contagia y emociona el sostenido grito: ‘Libertad Sindical. Cuba Si, Rusia No".


Ya están en la calle Refugio entre Zulueta y Monserrate, aquí, en el viejo Palacio testigo de tantas ceremonias protocolares, reuniones de estado, demandas populares, y de la mayúscula tragedia de un asalto trágico conmovido de víctimas. Y en este escenario que ocupan revolucionarios traidores, reciben a los delegados de la gran manifestación obrera la perfidia en sonrisa-mueca del Comandante Raúl Castro Ruz, Jefe de las Fuerzas Armadas, y una ficción de Presidente de la República, Dr. Osvaldo Dorticós Torrado que brinda explicaciones. La voz no le tiembla cuando miente; No es comunista el gobierno; no hay intenciones de implantar ese sistema. (Dorticós, quién sabe si arrepentido –arrepentido como Haydée Santamaría que se suicidó un 26 de julio- se arrancó la vida de un balazo en 23 de junio de 1983)


Esta noche me llegan noticias de la demostración valiente. Obreros en marcha contra el comunismo en Cuba y en su proyección internacional. Cubre el evento con amplitud el servicio de la United Press International, Prensa Unida Internacional. Recibo algunas llamadas telefónicas desde La Habana sobre el espectacular acontecimiento. Probablemente suene mejor este mi espacio de las 9 de la noche en la Radio Internacional de New York. ¡Cuánta emoción al advertir que el alma cubana se yergue, crece en la protesta y alimenta nuestra decisión de salvar la vida y dedicarla al exilio y la lucha anticomunista!


Los voceros del despotismo han mentido. Terminada la manifestación de más de diez mil obreros el Comité Ejecutivo Sindical pasa a la clandestinidad al informarse que pesa sobre ellos una orden de detención dictada por el propio Fidel Castro para impedir y castigar su rebeldía.


Este recuerdo, aquella protesta, mueve estas líneas. Cada primer lunes de septiembre los norteamericanos celebran el Día del Trabajo, contraste democrático con la farsa comunista del 1ro de mayo. En este enfrentamiento ideológico cultivado y robustecido en el devenir de los años, organizaciones obreras del exilio cubano han cumplido su deber, especialmente impulsados por la necesidad de oponerse a quienes desde Chicago, Illinois, utilizan aquellos muertos y hoy, hoy mismo, se empecinan en socavar las instituciones de los Estados Unidos. Hasta al terrorismo han apelado y actualmente radicalizan demandas de las inmigraciones para hacerlas enemigas de este país generoso donde buscan decoro y pan. En el mórbido afán de un socialismo antisocial que destroce la democracia y los lleve al poder en bandejas de plata o en tinajas de sangre, no escatiman esfuerzos para hacer del 1ro de mayo un instrumento hostil al país, factor de inestabilidad y desasosiego que origine trágicos conflictos sociales y políticos.


Combatiendo del lado del deber y consecuente con aquella demostración por las calles habaneras, está la Federación de Trabajadores de Plantas Eléctricas que encabezan René L. Díaz y Calixto Campo Corona, líderes “sin cansancio ni descanso” en la búsqueda de caminos al destino de victoria y redención que merecen el pueblo de Cuba y su ahora golpeada, perseguida, oprimida, clase obrera.


Este noble empeño no comenzó en el destierro. Ya en Cuba se manifestaba el descontento contra las medidas comunistas del régimen y las represiones más violentas. Excusen que apele al ejemplo personal pues nada impacta y enseña tanto como sufrir la vesania de estos monstruos del odio. ¡Intentaron volcarme el automóvil conmigo adentro el viernes 25 de marzo de 1960! ¡A mí que no había querido otra cosa que atajar y evitar el desvío de la revolución hacia el paredón totalitario! Raúl Castro, con Fidel a su lado, pidió paredón para mí en la tarde del domingo 27 de marzo de 1960 en un “discurso” pronunciado en Ciudad “Libertad”, y en la noche del lunes 28 de marzo, en “prime time” por Telemundo y la radio y la televisión encadenadas, Fidel Castro defecó su conocida diatriba de cuatro horas a la nación donde dijo que él no era comunista, me acusó de fabricar fantasmas y tras múltiples dicterios anunció que tendríamos que enfrentar el pelotón de fusilamiento”.


Así meses después recorrían escalofríos el cuerpo de la opinión pública y enrarecían el ambiente estupores y dudas. Aquella demostración del 9 de diciembre coronaba un esfuerzo contra la entrega de la patria al comunismo malvado. El 30 de noviembre de 1960 se detonaron artefactos explosivos en siete registros soterrados de electricidad de la capital cubana, lo que dejó sin fluido eléctrico a extensas zonas del país. Sobre las esperanzas cubanas caía la noche. La tiranía detuvo y acusó a cuatro obreros de ser los autores materiales del hecho. Simultáneamente se hizo patente la presión del gobierno y el Partido Comunista para que la dirigencia del Sindicato Eléctrico de La Habana y la Federación condenaran los hechos y cobardemente pidieran el paredón de fusilamiento para los cuatro detenidos. A este efecto circularon planillas con consignas a favor de Fidel Castro y la revolución.


Por negarse el Ejecutivo Sindical a tales exigencias lo hostigaron el gobierno y la central obrera (CTC) que ya se iniciaba como apéndice en las estructuras estatales del poder.


Tras la protesta del 9 de diciembre, pórtico de este artículo, el 14 de diciembre de 1960 Fidel Castro convocó a una Asamblea General en la CTC para que personas ajenas a la empresa eléctrica y por votación inducida llamaran traidores a los dirigentes eléctricos y pidieran pena de muerte para los acusados por las explosiones del día 30 de noviembre.


El 5 de enero de 1961 se asilaron en la Embajada del Brasil en La Habana, los dirigentes eléctricos Angel Segura Bustamante y Fidel Iglesias.


En la mañana del 16 de enero la Administración Revolucionaria -en contubernio con la jefatura comunista del sindicato- dictó seiscientas cesantías en la Compañía Cubana de Electricidad de La Habana.


A las 5 de la tarde del 17 de enero marcharon trabajadores eléctricos desde las calles Carlos III e Infanta hasta la estatua de José Martí en el Parque Central de La Habana. Llevaban una ofrenda floral al Apóstol. Llevaban su protesta contra tales cesantías. Llevaban su dignidad contra el comunismo que ya disimulaba menos su barbarie. La policía los atacó y golpeó en masa. La ferocidad no discriminaba entre mujeres y hombres, ni edad, ni color de piel. Ahí heridas Iris Andoyo, Dulia García Ruiz, Adela Valle. Ahí detenidos Sergio Arena Lorenzo, Manolo Díaz, Otoniel González, Alberto González, Roberto Maimó Rodríguez, Félix Martínez, José Antonio Mesa, Manuel Morán, Rubén Muñoz, Froilán Muro, Lorenzo Pagés, Juan Pelegrín, Rolando Peralta Bacardí, Carlos Pérez Peraza, Sadi Rivero, Eduardo Sánchez Afón, Sergio Santa, Manuel Suárez Solís, Armando Yánez.


Heridos detenidos… poca cosa para la crueldad del tirano. Treinta años de prisión al trabajador Armando Rodríguez Vizcaíno. Juzgados en rebeldía Jesús Fernández, Juan F. Callau y Jorge Anau. Y ¡qué Dios no perdone a estas bestias!: A las 5 de la mañana del 18 de enero de 1961 ejecutaron en el paredón de fusilamiento en la fortaleza de La Cabaña a los obreros eléctricos William Le Santé Nacer, Luis Orlirio Méndez Pérez y Julio Casielles Amigó.


El 18 de enero de 1962, en la Antorcha de la Amistad del Bayfront Park de Miami, Florida, Estados Unidos, en acto organizado por René L. Díaz, Calixto Campos Corona y otros líderes de la Federación de Trabajadores de Plantas Eléctricas en el Exilio, propuse que se declarara el 18 de enero Día del Trabajador Cubano. No vacilaron en aceptar la idea estos dirigentes notables y la consagraron otras cabezas sindicales que sufren y sueñan y orientan y combaten por la libertad de Cuba.


Confío en que un día los obreros en Cuba democrática harán de esta iniciativa efemérides patria. Redimidos por la historia y por la información tomada de la prosa de nuestro José Martí en sus Escenas Norteamericanas, es dable cancelar desde ya el fabricado y apócrifo 1ro de mayo, y reconocer el 18 de enero de 1961, fecha en que fusilaron en la fortaleza de La Cabaña a los tres héroes. Tales fusilamientos instantáneos constituyeron una expresión más de la impiedad del tirano. Tamaña insania sólo la racionaliza una mentalidad degenerada.


Escoger el 18 de enero como Día del Trabajadores Cubano desagraviaría a esos tres mártires eléctricos y a miles de obreros de otros sectores asesinados por un totalitarismo que también ha ejecutado en el paredón las reivindicaciones proletarias y sociales y los derechos humanos del pueblo de Cuba.

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